El
archidiácono (del
griego ἀρχι:
el primero y διάκονος:
servidor, ministro) o
arcediano era el
diácono principal de una
catedral. Se ocupaban principalmente de obras de caridad que ejercían de parte del obispo, de administrar las diócesis y finalmente de dirigir algunas zonas (especialmente rurales) llamadas
archidiaconados o
arcedianatos. Estas zonas fueron sustituidas por el
Concilio de Trento y la figura del archidiácono fue decayendo desde entonces hasta desaparecer por completo.