El
calendario juliano es el sucesor del
calendario romano y el antecesor del
calendario gregoriano. Está basado en el movimiento aparente del
sol para medir el
tiempo. Desde su implantación en el
46 a. C., se adoptó gradualmente en los países
europeos y sus colonias hasta la implantación de la
reforma gregoriana, del
papa Gregorio XIII, en
1582. Sin embargo, en los países de religión
ortodoxa se mantuvo hasta principios del
siglo XX: en
Bulgaria hasta
1916, en
Rusia hasta
1918, en
Rumanía hasta
1919 y en
Grecia hasta
1923. A pesar de que en sus países el calendario gregoriano es el oficial, hoy en día algunas de las
iglesias ortodoxas (por ejemplo, la de
Jerusalén, la de
Rusia o la de
Serbia) siguen utilizando el calendario juliano, o modificaciones de él diferentes al calendario gregoriano, para su liturgia y otras (por ejemplo la de
Constantinopla, la de
Grecia y la de
Finlandia) usan el calendario gregoriano. La
Iglesia copta también sigue utilizando el calendario juliano.