Desde
1749 se realizó, en los 15 000 lugares con que contaba la
Corona de Castilla (entre los que no se cuentan los de las
provincias vascas, por estar exentas de impuestos), una minuciosa averiguación a gran escala de sus habitantes, propiedades territoriales, edificios, ganados, oficios, rentas, incluyendo los
censos; incluso de las características geográficas de cada población. Fue ordenada por el rey
Fernando VI a propuesta de su ministro el
Marqués de la Ensenada y recibe hoy el nombre de
Catastro de Ensenada.