En la tradición filológica del
español, se llama
cultismo a una
palabra cuya morfología sigue muy estrechamente su origen etimológico
griego o
latino, sin obedecer los cambios que la evolución de la lengua castellana siguió a partir de su origen en el
latín vulgar. Reintroducido en la lengua por consideraciones culturales, literarias o científicas, el cultismo adapta apenas su forma a las convenciones
ortográficas y
fonológicas fijadas por la evolución lingüística, pero prescinde de las transformaciones que las
raíces y
morfemas padecieron en el desarrollo de la lengua romance.