La
cultura de los campos de urnas es un extenso
horizonte arqueológico que se difundió durante el final de la
Edad del Bronce y el principio de la
Edad del Hierro por buena parte de
Europa, llegando en su momento de apogeo a abarcar desde el
Danubio y el
Báltico hasta el
mar del Norte y el nordeste de la
península ibérica. Se caracterizó por un nuevo rito funerario: la incineración del cadáver y la deposición de sus cenizas en
urnas de cerámica, las cuales se enterraban en un hoyo practicado en la tierra, formando extensas necrópolis. Al principio se levantaban pequeños
túmulos sobre las fosas, luego quizás alguna
estela o nada que las indicara. La expansión de este modelo se produjo entre los siglos y