El
saxofón ocupa un lugar central en la imaginería del
jazz, hasta el punto de ser el instrumento-referencia del mismo. Sin embargo, al comienzo del
jazz hot, y al menos hasta bien entrados los
años 1920, el saxo no logró encontrar un hueco en las formaciones del género, pues estas se fundamentaban en lo que Peter Clayton llama "Santísima Trinidad del jazz de Nueva Orleans", es decir, la sección de vientos formada por la trompeta, el trombón y el clarinete. Inicialmente serían apariciones muy puntuales:
Sidney Bechet con el
saxo soprano, los
tenores Bud Freeman o
Gene Sedric; Frankie Trumbauer con el saxo melódico en
do (intermedio entre el tenor y el alto); o
Ernie Caceres con el
barítono, aunque todos ellos ya muy avanzada la década. Será solamente a raíz de los cambios que los estilos de Chicago y, sobre todo, Nueva York introdujeron en el jazz, y que acabaron conduciendo a la aparición del
Swing, que el saxofón comienza a ocupar un lugar predominante en el jazz, no sin las iniciales reticencias de la propia crítica jazzística.