En el
judaísmo, el
nombre de Dios es más que un título distinguido. Representa la concepción judía de la naturaleza divina, y de la relación de
Dios con el
pueblo judío. Sobrecogidos por lo
sagrado de los nombres de Dios, y como medio de mostrar respeto y reverencia hacia ellos, los
escribas de
textos sagrados «pausaban antes de copiarlos, y usaban términos de reverencia para mantener oculto el verdadero nombre de Dios». Los diferentes nombres de Dios en el judaísmo representan a Dios tal y como es conocido, así como los aspectos divinos que se le atribuyen.