El
latín es la
lengua más conocida entre las
lenguas muertas y debe su nombre al
Lacio ―comarca de Italia, donde se encontraba
Roma-. Tenía préstamos de otros idiomas como el
griego, el
umbro, el
osco y el
etrusco, así como aportaciones de algunos dialectos que han concurrido a la formación de la lengua latina como el
pelasgo o el
céltico; hay que lamentar la pérdida del libro
Orígenes de Roma, de
Catón, que hubiera ayudado a establecer sobre la cuestión de la primitiva composición del latín. El monumento más antiguo que se conserva del latín es un
canto o
himno que los
hermanos arvales (colegio de sacerdotes romanos) recitaban en su fiesta anual y que fue descubierto en el año 1777, grabado en una piedra, acompañada de los estatutos del colegio.