San Lorenzo fue uno de los siete
diáconos regionarios de
Roma, ciudad donde fue martirizado en una parrilla el
10 de agosto de
258, cuatro días después del martirio del papa Sixto II. En
latín se llamaba Laurentius (‘laureado’). Su nombre se atestigua en los calendarios litúrgicos más antiguos: la
Depositio martyrum del año 354 y el
Martirologio jeronimiano del siglo V. Ambos especifican la ubicación de su sepultura en la vía Tiburtina, y el
Martirologio jeronimiano lo califica de «archidiaconus», título que más tarde reiteró el
Peristephanon del poeta latino
Prudencio. Los estudios de Pietro Guidi ratificaron la concordancia de los antiguos martirologios al reconocer definitivamente en Lorenzo al titular de la necrópolis de la vía Tiburtina, sobre cuyas reliquias se edificó primero una basílica, y a fines del siglo VI otra subterránea
ad corpus.