La
templanza es la
virtud cardinal que recomienda moderación en la atracción de los
placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la
voluntad sobre los
instintos y mantiene los deseos en los límites de la
honestidad. En un sentido más amplio, los académicos la definen como sinónimo de "moderación, sobriedad y continencia".