El
Tratado de Londres de
1839, llamado también la
Convención de 1839, se firmó el
19 de abril de
1839 y en él las potencias europeas (el
Reino Unido,
Austria,
Francia,
Prusia,
Rusia y los
Países Bajos) reconocieron oficialmente la independencia de
Bélgica —que
de facto se había establecido tras nueve años de combates intermitentes, período conocido como la
Revolución belga— y su neutralidad. Por insistencia del Reino Unido, su artículo VII requería que Bélgica permaneciese perpetuamente neutral y, consecuentemente, obligaba a las partes signatarias a resguardar dicha neutralidad en caso de invasión.