La
alergia (neologismo creado a partir de los lexemas griegos a
αλλος—‘otro, 'distinto—, y
εργíα—‘trabajo
que puede traducirse por «cambio de reactividad») es una reacción inmunitaria a una sustancia generalmente inocua para el anfitrión y cuyo contacto (por inhalación, ingestión o contacto cutáneo) produce unos
síntomas y signos característicos. Durante mucho tiempo se ha considerado equivalente al término
hipersensibilidad (un término más antiguo) y por ello se ha considerado erróneamente como una reacción inmunitaria exagerada ante una sustancia, pero la «alergia» es la expresión clínica de la puesta en marcha de los mecanismos de respuesta inmunitarios normales del organismo frente a los posibles invasores, y el único error de la respuesta está en la elección del objetivo, que no constituye una amenaza, y no en su exageración. La consecuencia final de este error del sistema inmunitario es el perjuicio del anfitrión, debido a la lesión de los órganos donde el sistema inmunitario trata de defenderse de esa sustancia inocua. Sus manifestaciones clínicas son diversas, ya que dependen de la sustancia causal y del órgano afectado. En la actualidad, más de un tercio de la población mundial presenta alguna enfermedad de origen alérgico.