La disolución de los monasterios (referida por escritores católicos como la supresión de los monasterios) fue el proceso formal que tuvo lugar entre 1536 y 1540, por el cual el rey Enrique VIII de Inglaterra confiscó la propiedad de las instituciones de la Iglesia Católica en Inglaterra, y tomó control de ellas como la nueva cabeza de la Iglesia de Inglaterra. Esto sucedió aproximadamente al mismo tiempo que la reforma protestante ocurría en la Europa continental.