La
escafandra autónoma es el aparato que los
buceadores utilizan para respirar bajo el agua durante sus inmersiones. Se le llama autónoma porque incluye una reserva de gases respirables que libera al buzo de toda dependencia de la superficie durante la inmersión. La escafandra autónoma se distingue por tanto muy nítidamente de las
escafandras tradicionales. Equipado con su pesado casco de metal, sus suelas de plomo y su manguera de aire en proveniencia de la superficie, un buzo equipado con
escafandra tradicional sólo puede deambular por el fondo del mar (o el fondo de cualquier otra masa de agua), viendo duramente limitados tanto sus movimientos como el alcance de sus desplazamientos. En cambio, equipado con escafandra autónoma para respirar y con
aletas en sus pies para avanzar, un buzo moderno puede desplazarse horizontalmente o en cualquier dirección (siempre que respete la velocidad de ascenso que es de 18 metros por minuto según recomienda la Confederación Mundial de Actividades Subacuáticas -CMAS-) a la profundidad que le permita la mezcla de gases que lleve en sus tanques (por ejemplo, si las botellas están cargadas con aire, ha de tenerse en cuenta que el oxígeno que contiene es tóxico a partir de 65 metros de profundidad y si se respirase oxígeno puro su toxicidad se produciría a partir de tan solo los 6 metros de profundidad). Ninguna Escuela ni Federación de buceo deportivo autorizan su práctica con aire más allá de los 60 metros de profundidad.