Una
fisura volcánica es una
hendidura volcánica lineal a través de la cual se
erupciona lava, usualmente sin actividad explosiva. La fisura es usualmente de pocos metros de ancho y puede ser de varios kilómetros de largo. Pueden causar enormes flujos de
basalto y canales de lava. Son difíciles de reconocer desde el suelo y desde el espacio, ya que no tiene una
caldera central y la superficie es mayormente plana. El volcán puede usualmente ser visto como una
grieta en el suelo o en el
lecho marino. Las fisuras estrechas pueden ser rellenadas con lava que las endurece. Como la
erosión remueve sus alrededores, la masa de lava puede permanecer sobre la superficie como un
dique. Los diques que sostienen a las fisuras pueden alcanzar la superficie desde profundidades de unos pocos kilómetros. Las fisuras son comúnmente encontradas en o a lo largo de
zonas rift, como
Islandia y el
Gran Valle del Rift de
África. En Islandia, las fisuras volcánicas son a menudo largas fisuras paralelas a la zona rift donde las
placas litosféricas están divergiendo. Algunas erupciones renovadas generalmente ocurren desde nuevas fracturas paralelas de entre cientos a miles de metros de las primeras fisuras. Esta distribución construye generalmente una delgada
meseta de lava más que un único edificio volcánico. El sistema de fisuras de
Laki produjo la erupción más grande registrada en la historia, en forma de flujo basáltico, durante la erupción del
Eldgjá en 934 a. C., la cual soltó 19,6 km³ de
lava.