El
grand opéra es un subgénero de
ópera francesa caracterizado por sus grandes proporciones: temas históricos, abundancia de personajes,
orquesta inmensa, caras escenografías, vestuarios suntuosos y efectos escénicos espectaculares. Otras características son la fluidez de la música (ya que se utiliza el
recitativo acompañado por orquesta en vez del recitativo seco o diálogo hablado), suele dividirse en cuatro o cinco actos y es norma incluir al menos un
ballet. Sus primeros títulos datan de los años 20 y 30 del siglo XIX y cayó definitivamente en desuso tras la I Guerra Mundial.