La
legítima defensa o
defensa propia es, en
Derecho penal, una causa que justifica la realización de una
conducta sancionada penalmente, eximiendo de
responsabilidad a su autor, y que en caso de cumplirse todos sus requisitos, permite reducir la
pena aplicable a este último. En otras palabras, es una situación que permite eximir, o eventualmente reducir, la
sanción ante la realización de una conducta generalmente prohibida.