El movimiento del
estructuralismo lingüístico se sitúa a comienzos del
siglo XX y supone ya el arranque de la lingüística moderna. Su iniciador fue
Ferdinand de Saussure con su
Curso de lingüística general (1916), que fue una obra publicada póstumamente por dos de sus discípulos, quienes se basaron en apuntes de clase de estudiantes que habían escuchado a Saussure durante sus tres últimos años en la
Universidad de Ginebra.