La
Luna es el único
satélite natural de la
Tierra. Con un diámetro ecuatorial de 3474km es el quinto satélite más grande del
Sistema Solar, mientras que en cuanto al tamaño proporcional respecto de su planeta es el satélite más grande: un cuarto del diámetro de la Tierra y 1/81 de su masa. Después de
Ío, es además el segundo satélite más denso. Se encuentra en relación síncrona con la Tierra, siempre mostrando la misma cara hacia el planeta. El hemisferio visible está marcado con oscuros
mares lunares de origen
volcánico entre las brillantes montañas antiguas y los destacados
astroblemas. A pesar de ser en apariencia el objeto más brillante en el cielo después del
Sol, su superficie es en realidad muy oscura, con una reflexión similar a la del
carbón. Su prominencia en el cielo y su ciclo regular de fases han hecho de la Luna un objeto con importante influencia cultural desde la antigüedad tanto en el lenguaje, como en el
calendario, el arte o la mitología. La influencia gravitatoria de la Luna produce las
mareas y el aumento de la duración del día. La distancia orbital de la Luna, cerca de treinta veces el diámetro de la Tierra, hace que se vea en el cielo con el mismo tamaño que el Sol y permite que la Luna cubra exactamente al Sol en los
eclipses solares totales.