La palabra
nao (del
latín navis, 'barco', a través del
idioma catalán nau) ha tenido en el
castellano de siglos pasados, sobre todo los siglos XIV, XV, XVI y XVII, la acepción genérica de «
nave» o «
barco», especialmente aquellas embarcaciones dotadas de
cubierta y
velas pero no dotadas de
remos. En los siglos XIV, XV y primera mitad del XVI, la palabra se refirió también a un tipo más concreto de buque que se distinguía por tener un elevado
francobordo, tres
mástiles dotados de
velas cuadras y
castillos en
proa y en
popa. Del mismo modo que en el siglo XV naos y
carracas ya habían reemplazado a las
cocas medievales, en la segunda mitad del siglo XVI,
galeones,
urcas,
pinazas y
filibotes ya habían reemplazado a naos y carracas.