Un
fresco (palabra procedente del
italiano affresco) es una
pintura realizada sobre una superficie cubierta con dos capas de
mortero de cal, la primera (
arricio) de mayor espesor, con
cal apagada, arena de río y agua, y la segunda (
intonaco) más fina formada por polvo de mármol,
cal apagada y agua, sobre la que se van aplicando los pigmentos, cuando todavía esta última capa está húmeda, y por jornadas (
giornate, al plural; giornata al singular), de ahí su nombre. En este arte destaca las decoraciones de la capilla sixtina hechas por Michelangelo Buonarroti. El fresco se ejecuta en jornadas de trabajo de 8 horas, ya que la cal en un periodo de 24 horas comienza su proceso de secado y no admite más pigmentos. Por ello algunos acabados se realizaban en seco, con
temple, es decir, aglutinados con cola. A esa técnica se la conoce como fresco seco.