El concepto de 'plaga' ha evolucionado con el tiempo desde el significado tradicional donde se consideraba plaga a cualquier animal que producía daños, típicamente a los
cultivos. Actualmente debe situarse al mismo nivel que el concepto de
enfermedad de forma que debe entenderse como plaga a una situación en la cual un animal produce daños económicos, normalmente físicos, a intereses de las personas (salud, plantas cultivadas,
animales domésticos, materiales o medios naturales); de la misma forma que la enfermedad no es el
virus,
bacteria, etc., sino la situación en la que un organismo vivo (
patógeno) ocasiona alteraciones fisiológicas en otro, normalmente con síntomas visibles o daños económicos. Este nuevo concepto permite separar la idea de plaga de la especie animal que la produce, evitando establecer clasificaciones de especies 'buenas' y 'malas', y facilitando la explicación de por qué una especie es beneficiosa en un lugar y perjudicial en otro. Para explicar esto se puede poner el ejemplo del conejo (
Oryctolagus cuniculus) muy importante en
Europa por ser parte fundamental del
ecosistema mediterráneo mientras que muy perjudicial en
Australia; la plaga no es el conejo
per se sino la situación que se produce en cada una de las regiones y los daños económicos que de ella derivan.