En la
Grecia Antigua (más o menos durante el
primer milenio antes de Cristo) un
rapsoda era un recitador o pregonero ambulante que cantaba
poemas homéricos u otras
poesías épicas. Los
aedos también lo hacían, pero a diferencia de los rapsodas los aedos componían las obras que declamaban. Los rapsodas se limitaban a declamar y recitar las obras de otros. A Homero se le consideraba un rapsoda ya que recitaba los dos poemas épicos por los que es conocido hoy en día: la
Ilíada y la
Odisea. También los transmitió por escrito puesto que han llegado hasta la actualidad, pero no se tiene constancia de que él fuese el autor original y por eso se le considera más un rapsoda que un aedo.