La
servidumbre (del
latín servus) es una forma de
contrato social y
jurídico típica del
feudalismo mediante la que una persona —el siervo, generalmente un
campesino— queda al servicio y sujeta al
señorío de otra —el
señor feudal, generalmente un
noble—. Durante la
Edad Media, un siervo era una persona que servía en unas condiciones próximas a la
esclavitud. La diferencia principal con respecto a un esclavo consistía en que, en general, no podía ser vendido por separado de la tierra que trabajaba y en que jurídicamente era un «hombre libre». El señor feudal tenía la potestad de decidir en numerosos asuntos de la vida de sus siervos y sobre sus posesiones. El siervo no podía traicionar al señor feudal, ya que él le suministraba vivienda, parte de las cosechas y sus prendas.