El
simbolismo fue uno de los
movimientos artísticos más importantes de finales del
siglo XIX, originado en
Francia y en
Bélgica. En un
manifiesto literario publicado en
1886,
Jean Moréas definió este nuevo estilo como «
enemigo de la enseñanza, la declamación, la falsa sensibilidad y la descripción objetiva». Para los simbolistas, el mundo es un misterio por descifrar, y el poeta debe para ello trazar las correspondencias ocultas que unen los objetos sensibles (por ejemplo,
Rimbaud establece una correspondencia entre las vocales y los colores en su soneto
Vocales). Para ello es esencial el uso de la
sinestesia.