Etimológicamente, el término
iconoclasta se refiere a quien practica la
iconoclasia, esto es, a quien destruye pinturas o esculturas sagradas (
iconos). Un ejemplo de iconoclasia fue la tradición
bizantina, sobre todo de
León III, que ordenó la destrucción de todas las representaciones de
Jesús, de la
Virgen María y, especialmente, de los
santos. En lenguaje coloquial se utiliza también para referirse a aquella persona que va a contracorriente y cuyo comportamiento es contrario a los ideales, normas, modelos, estatutos de la sociedad actual o a la autoridad de maestros dentro de ésta, sin que implique una connotación negativa de su figura. Las creencias de los
iconoclastas son contrarias a las de los
iconódulos. Se denomina
iconodulía o
iconodulia a la veneración (
dulía) de imágenes (
iconos). En el catolicismo se diferencia de la
Idolatría en que no se adoran las imágenes en sí (como ocurre en la idolatría) puesto que implicaría reconocer la divinidad de la imagen, lo cual iría en contra del dogma de la Santísima Trinidad que las propias iglesias católicas (de rito latino y oriental, ortodoxas...) aceptan ya que habría otra ``divinidad´´ aparte del Dios Trinitario (el propio icono). En las distintas ramas del catolicismo apostólico, el icono o escultura es reconocido como espejo de lo divino que ayuda a la meditación y al rezo, pero nunca es adorado, a causa de lo que se enunció anteriormente. Sin embargo, la
iconodulía no estaría perseguida, sino que de acuerdo con la doctrina católica, sería acorde con los preceptos religiosos, recibiendo sus practicantes el nombre de
iconodulos.