No fueron pocos los centros de fabricación de vidrio en el Occidente cristiano durante la
Baja Edad Media y entre ellos, tuvieron importancia los de
Poitou y
Normandía (Francia) con sus
copas grabadas y esmaltadas e historiadas y los de
Núremberg (Alemania) con sus vidercomes o grandes vasos cilíndricos esmaltados que llevan figuras de
escudos, emblemas y retratos. Pero a todos eclipsó
Venecia desde los comienzos del
siglo XIII hasta el
XVII.