En la
mitología griega,
Cicno era hijo de Esténelo y la
oceánide Clímene. Fue rey de
Liguria tras su padre. Hermanastro de
Faetón (por parte de su madre) y muy vinculado él, abandonó su reino para ir a llorarlo a las orillas del
Erídano cuando supo la noticia de su muerte. Todo el día, y también la noche, iba en solitario a lo largo del río, exhalando sus lamentos en cantos melancólicos que se mezclaban con el suave chapoteo del agua y el estremecimiento de los
álamos (que eran las
Helíades, hermanas de Faetón, metamorfoseadas). Llegó a la vejez sin encontrar consuelo. Los dioses se apiadaron de él, cambiaron sus canas por plumas y lo transformaron en
cisne.