La
Iglesia ortodoxa de Jerusalén, propiamente llamada
Iglesia griega ortodoxa de Jerusalén, es una de las quince
iglesias autocéfalas de la comunión ortodoxa (500,000 fieles en Israel, Palestina y Jordania). Es considerada por los
cristianos ortodoxos la iglesia madre de toda la Cristiandad, ya que fue en Jerusalén cuando fue fundada la Iglesia, en el día de
Pentecostés, en que el
Espíritu Santo descendió sobre los discípulos de
Jesucristo. Con la expansión del cristianismo, sin embargo, a causa de las crecientes persecuciones en
Palestina, la importancia de la sede de Jerusalén decreció. Durante el
primer concilio de Nicea, en
325, el obispo de
Aelia Capitolina, la colonia romana fundada en Jerusalén tras la
rebelión de Bar Kojba, no era ni siquiera el cargo eclesiástico más alto de la provincia, sino que estaba supeditado al metropolitano de
Cesarea Marítima. Sin embargo, el concilio dio al arzobispo cierta preeminencia no muy bien definida en su séptimo canon. Su prestigio fue creciendo gradualmente, y en un decreto de la séptima sesión del
concilio de Calcedonia (
451) se le reconoció el rango de patriarca, junto con los de Roma, Constantinopla, Alejandría y Antioquía.