Con el nombre
as (del
griego,
eis, uno o del
latín aes,
bronce) se conocen las monedas primitivas de los romanos y las que a ellas siguieron como unidades monetarias de bronce. En tiempo de los Reyes no tuvo
Roma, hasta finales de su época, otras monedas propias que los ases y sus divisores, todos de tosca factura, no acuñados sino fundidos. Los de mayor antigüedad no llevaban marca o señal de ninguna clase y se conocen por los numismáticos e historiadores con el nombre de
aes rude. Mucho después, siguieron otras piezas, con una marca a modo de ramita seca llamadas
aes signatum. Pero unos y otros eran de forma, peso y magnitud variables y exigían el uso de la
balanza para su ajuste en el comercio hasta que por el rey
Servio Tulio a mediados del
siglo VI a. C. (o un siglo más tarde por la ley de la República, según otros) se estableció un verdadero sistema monetario sobre la base del
as libral (peso de una libra romana de 293 gramos) que se denomina
aes grave. Este sistema se componía de cinco divisores del
as libral, siendo todas las piezas discoidales y lenticulares (más gruesas en la región central que hacia los bordes) y llevando cada una su especial figura o distintivo en el anverso con un reverso uniforme y con la señal o marca de su valor monetario en ambas caras. La figura del reverso en todas ellas consiste en una proa de
navío y las del anverso se distinguen del siguiente modo:
- El as, por la doble cara de Jano y el número I como signo de valor
- El semis o medio as, por la cabeza de Júpiter y una S
- El triens o tercera parte del as, equivalente a cuatro onzas por la cabeza de Marte o de Minerva y cuatro globulillos como señal de valor
- El cuadrans o cuarta parte del as por la cabeza de Hércules y tres globulillos indicando el valor de tres onzas
- El sextans, por la cabeza de Mercurio y dos globulillos, indicadores de dos onzas
- La uncia o doceava parte del as, por la cabeza de Roma personificada o de Belona (diosa de la guerra) y un globulillo.