El
símbolo niceno o
símbolo de la fe es una
declaración dogmática de los contenidos de la fe
cristiana promulgada en el
Concilio de Nicea I (
325). El objeto del credo niceno fue consensuar una definición de los dogmas de la fe cristiana, impedida hasta entonces por la escasa institucionalización y las fuertes variantes regionales. El principal adversario de la doctrina nicena fue el
arrianismo, corriente teológica liderada por el sacerdote norteafricano
Arrio quien no quiso aceptar que Jesucristo era Dios mismo (concepto de
Trinidad) como propuso interpretar el teólogo
Atanasio en el Concilio de Nicea I; otros problemas teológicos, en especial trinitarios, no se resolverían hasta el
Primer Concilio de Constantinopla, cuando el carácter divino del
Espíritu Santo se afirmó definitivamente.