La
Baja Edad Media es el último período de la
Edad Media. En la península ibérica, como en el resto de Europa, estuvo marcada por
la crisis de los siglos XIV y XV. A finales del
siglo XIII,
Europa había llegado al límite del
modo de producción feudal: era cada vez más difícil alcanzar el equilibrio entre producción de alimentos y población. En el caso de los pueblos hispanos, el esfuerzo militar y repoblador de la llamada
Reconquista había sido inmenso, el avance territorial excesivamente rápido, etc. De este modo, en el siglo XIV se rompe el precario equilibrio de todos estos elementos y se produce una crisis, que es general en toda Europa. Esta
crisis del siglo XIV se considera, desde el punto de vista historiográfico, como la muerte de la
Edad Media y el surgimiento de los Estados modernos. En la
Europa Occidental se configura la
formación social conocida como
Antiguo Régimen, caracterizada por una economía en transición del
feudalismo al
capitalismo, una sociedad estamental y unas
monarquías autoritarias que evolucionan hacia
monarquías absolutistas. El feudalismo no desaparece, aunque sí cambia para sobrevivir hasta el fin del Antiguo Régimen, en el
siglo XIX.