Ubicada en los pliegues del
Himalaya,
Bután ha confiado en su aislación geográfica para protegerse de las influencias culturales externas. Bután con una población relativamente escasa, con fronteras con
India por el sur y
China al norte, desde mucho tiempo atrás ha sostenido una política de aislamiento estricto, tanto en el plano cultural como en el económico, con el objetivo último de proteger y preservar su herencia cultural y su independencia. Recién en las últimas décadas del
siglo XX, es que se les permitió a los extranjeros visitar el país, y solo en cantidades limitadas. De esta manera, Bután ha tenido éxito en conservar numerosos aspectos de su cultura que se remontan a mediados del
siglo XVII.