El Estatuto de la Reina Ana, promulgado el 10 de abril de 1710, constituye un antecedente histórico de gran importancia en el ámbito de los derechos de
propiedad intelectual. Fue la primera norma legal que reconoció lo que se conoce en el derecho anglosajón como
copyright. Esta normativa fue enfocada a corregir los problemas existentes en ese momento en torno a la reproducción y venta de obras literarias. La misma le reconoce al
autor su derecho de propiedad.