El conocimiento de la
geología lunar aumentó significativamente a partir de los
años sesenta con las misiones tripuladas y automatizadas. Pese a todos los datos recogidos, todavía quedan preguntas sin responder que únicamente serán contestadas con la instalación de futuras bases permanentes y un estudio más amplio de la superficie. Gracias a su cercanía, la
Luna es el único cuerpo —además de la
Tierra— cuya geología se conoce detalladamente y del que se obtuvieron muestras de distintas regiones. Las misiones tripuladas
Apolo contribuyeron en la recolección de 382
kilogramos de
rocas y muestras del suelo lunar, los cuales siguen siendo objeto de estudio útil para la comprensión acerca de su formación y la de otros cuerpos celestes. Algunas sondas del
programa Luna de la
Unión Soviética también trajeron de vuelta a la Tierra pequeñas muestras del suelo lunar: la
Luna 16 (101 gramos), la
Luna 20 (55 gramos) y la
Luna 24 (170 gramos).