En la
mitología caldea, los
Igigi eran dioses de menor importancia pero también en la literatura de la antigua
Mesopotamia esta palabra se usaba para designar al consejo supremo de los dioses de las áreas celestiales y su lugar. Los Igigi, trabajaban para los
Anunaki, cavaban zanjas y drenaban canales. Un día, ya cansados, se revelaron tal como cuentan las leyendas de los poemas épicos
Enuma Elish y
Atrahasis. Tras lo cual se convirtieron en una suerte de
demonios o entidades malignas.