Las
invasiones germánicas en la península ibérica (o
invasiones bárbaras) surgen en el
siglo V, en el contexto de las grandes migraciones (conocidas como
invasiones bárbaras) que alteraron la distribución de los pueblos en
Europa y precipitaron el final del
Imperio romano de Occidente. La
península ibérica, en particular, sufrió la ruptura de la organización política y administrativa que el
Imperio romano había adoptado, en las distintas provincias en que se dividía administrativamente
Hispania. En
411 llegaron varias oleadas de
pueblos germánicos, denominados
vándalos y
suevos, además de los
alanos (étnicamente
iranios), que habían sido violentamente desposeídos de sus tierras por las invasiones
hunas y que, después de esa expulsión, habían vagado por Europa hacia occidente en busca de nuevas tierras donde instalarse. Los alanos eran oriundos de la región del
Cáucaso, los vándalos eran de origen
escandinavo; los suevos, también germánicos, estaban emparentados con los
anglo-
sajones que en ese tiempo se instalaron en
Inglaterra.