Legisladores griegos fueron un conjunto de figuras históricas, muy mitificadas, que individualmente dieron leyes a ciudades concretas. Las
polis griegas prestigiaban de tal modo a sus propias leyes (
nomos) que consideraban un honor público el regirse por ellas y adecuar el comportamiento individual a sus requisitos. Eso es especialmente válido en las polis
democráticas, como
Atenas, donde se acuñó la expresión
Nomos Basileus (Νόμος Βασιλεύς, literalmente: "la ley -
Nomos- es el rey -
Basileus-", pero en el sentido de "la ley es la que hace de rey", o "nos regimos por la ley"-). Fue un ejemplo vital de ello
Sócrates, que insistió en darse muerte porque así se había determinado legalmente.