En la
Revolución belga de
1830 se alzaron los habitantes de las provincias del sur del
Reino Unido de los Países Bajos contra la hegemonía de las provincias norteñas, mayoritariamente protestantes. En pocas semanas de agosto y septiembre la rebelión logró la secesión de
Flandes y la
Valonia y la formación de
Bélgica. Sólo parte de
Luxemburgo permaneció hasta 1890 en
unión personal con el Reino Unido de los Países Bajos.