El fue una política de
relaciones exteriores del
Shogunato Tokugawa, donde nadie, fuera extranjero o japonés, podía entrar al país, o salir de él, bajo
pena de muerte. Estuvo en vigencia desde
1639, cuando fueron expulsados de Japón todos los extranjeros europeos, particularmente los comerciantes y misioneros
católicos provenientes de
España y
Portugal que habían llegado a las islas japonesas en gran número durante la segunda mitad del
siglo XVI.