El término
sustancia (del griego ousía) en la filosofía aristotélica tiene la dificultad de ofrecer diversas definiciones. En el libro VII de la Metafísica,
Aristóteles repasa todas las posibles acepciones del término, empezando por la sustancia
material (entendida como cuerpo material) hasta llegar a las sustancias separadas (el cielo, los astros, el
Primer Motor), es decir, sustancias eternas.