El
Imperio bizantino contaba con un desarrollado y complejo sistema de
burocracia y
aristocracia. Muchos de los cargos y títulos eran meramente honoríficos, pues teóricamente el único gobernante era el
emperador. Durante los más de 1.000 años de existencia del Imperio, se utilizaron y dejaron de usar numerosos títulos, según ganaban o perdían prestigio. Al principio los títulos usados en el Imperio eran prácticamente los mismos que en el Bajo
Imperio romano, pues Bizancio mantuvo la continuidad romana. En la época de
Heraclio, en el
siglo VII, muchos de los títulos romanos estaban ya anticuados; en tiempos de
Alejo I Comneno, muchos de los cargos eran nuevos o habían cambiado radicalmente de sentido y función, pero se mantuvieron casi sin cambios desde el reinado de Alejo hasta la
caída de Constantinopla en
1453.