Los torneos fueron eventos de competiciones de caballería de la
Edad media y
Renacimiento (Siglos XII al XVI), y por largo tiempo, la primera diversión de la
corte y ciudades populosas. Los espectáculos celebrados eran frecuentemente a causa de
coronaciones,
casamiento de
reyes, nacimientos,
bautismos,
bodas de
príncipes,
conquistas,
paces,
alianzas, recibimiento de
embajadores y personas de gran valía, y aun otros sucesos de menor importancia, ofrecían a la
nobleza. Con el tiempo se solemnizaron también con ellos las festividades eclesiásticas, de lo cual hay un testimonio muy señalado en la
crónica de Don
Pero Niño:
Cuando mandaba facer muy honradas fiestas e procesiones (Enrique III el Doliente), mandaba facer justas y torneos y juegos de cañas y daba armas y caballos e ricas ropas e guarniciones aquellos que estas cosas habían de facer. Finalmente llegó a celebrarse por puro entretenimiento y de una de estas fiestas dispuestas en
Valladolid por el
condestable Don
Alvaro de Luna, a la cual salió a justar de aventurero Don
Juan II de Castilla, da una noticia muy individual la crónica de aquel
válido en el Cap. LII. Eran los heraldos y reyes de armas los encargados de dar publicidad al torneo, y el heraldo pasaba de
castillo en castillo, llevando cartas y carteles a los adalides de más nombre y convidaba a todos los valientes que se encontraba en el camino.