Los
anticongelantes son
compuestos que se añaden a los
líquidos para reducir su punto de solidificación, logrando de esta forma que la mezcla resultante se congele a una
temperatura más baja. Una aplicación típica es añadirlos a la
gasolina y el
diésel para evitar su solidificación en invierno, así como al agua del
circuito de refrigeración de los motores para que funcionen expuestos a temperaturas extremas. Otra aplicación es inhibir la corrosión de los sistemas de refrigeración que a menudo contienen una gama de metales
electroquímicamente incompatibles (
aluminio,
hierro fundido,
cobre,
soldaduras de
plomo, etcétera). En ocasiones se prefiere el término «agente coligativo» para aludir tanto a los anticongelantes como a los «antiebullición» que también se emplean en climas cálidos para aumentar el
punto de ebullición.