La
Armada romana (en
latín classis, literalmente
flota) comprendió las fuerzas navales del
Antiguo Estado Romano. A pesar de jugar un papel decisivo en la expansión romana por el
Mediterráneo, la armada nunca tuvo el prestigio de las
legiones romanas. A lo largo de su historia los romanos fueron un pueblo esencialmente terrestre, y dejaron los temas náuticos en manos de pueblos más familiarizados con ellos, como los
griegos y los
egipcios, para construir barcos y mandarlos. Parcialmente debido a esto, la armada nunca fue totalmente abrazada por el Estado Romano, y se consideraba «no romana». En la antigüedad, las armadas y las flotas comerciales no tenían la autonomía logística que en la actualidad. A diferencia de las fuerzas navales modernas, la armada romana, incluso en su apogeo, no existió de forma autónoma, sino que operó como un adjunto del
Ejército romano.