En el
909 D.C. surge, dentro de la
Iglesia Católica, la voluntad de reformar las órdenes monásticas. Esta restauración se produjo tomando como base la regla de
Benito de Nursia, un reglamento que rige la vida de los monjes detallando cómo debe ser su vida. Esta regla alcanza un importante desarrollo gracias a la intervención de
Benito de Aniane, pero está limitada por las tradiciones propias de las
abadías, y por la rutina de su aplicación. En este proceso, la abadía de Cluny decide imponerse agrupando un gran número de conventos y convirtiéndose en la orden más importante de la
Edad Media, con monasterios por toda
Europa.