Los
fallos del vino (denominado también como
defecto del vino) existen, al igual que en cualquier otro
alimento, y se puede definir como una alteración de las
propiedades organolépticas deseadas en el
vino, por parte de los vinicultores. El vino es susceptible de ser atacado por diferentes substancias químicas así como por diversos
microorganismos. Pero, al contrario que los alimentos, el vino se ve afectado tan sólo en el
sabor y el
aroma y no perjudica en la mayoría de los casos a la
salud debido a sus fallos. Los fallos en el vino se traducen en la mayoría de las ocasiones en unas pérdidas económicas, es por esta razón por la que la industria investiga y categoriza estos fallos que en la mayor parte de los casos son conocidos y fáciles de evitar. En algunos casos los fallos son imperceptibles para un consumidor medio y sin embargo son detectables en una
cata profesional.