Un
impacto astronómico es un fenómeno causado por la colisión de grandes
meteoroides,
asteroides o
cometas con la
Tierra u otros planetas, y en ocasiones pueden dar lugar a
extinciones masivas. La magnitud del desastre es inversamente proporcional a la frecuencia con la que sucede, porque los impactos pequeños son mucho más numerosos que los grandes. La fuerza destructiva de estos "impactos astronómicos" proviene de la gran velocidad con la que entran a la atmósfera, siendo esta de 60.000 km/h a 95.000 km/h; es decir, unos 26 km/s. Esta velocidad, junto a un tamaño importante del meteoro (si es muy pequeño se quemaría en la atmósfera y aparecería como una estrella fugaz, no alcanzando la superficie), puede generar 400 zettajulios (4 × 10
23 julios) de energía, que es equivalente a 100 teratones de trinitrotoleno (TNT) o dinamita (1.014 toneladas). Un ejemplo de esto es el impacto que provocó la extinción masiva de el período Cretácico, en el que vivían los dinosaurios hace más de 65 millones de años; el tamaño de aquel meteoro era de aproximadamente 10 km de diámetro, y su impacto creó el
cráter de Chicxulub, cuyo centro aproximado está ubicado al noroeste de la península de Yucatán y mide 180 km de diámetro. Se estima que dicho impacto fue dos millones de veces más potente que la Bomba Zar, el dispositivo explosivo más potente creado por el hombre jamás detonado, con una potencia de 50 megatones.