El
latín es la lengua más conocida entre las
lenguas muertas y debe su nombre a la antigua comarca del
Lacio de donde es original; más tarde fue adoptada por los fundadores de
Roma con aproximaciones a otros idiomas como el
griego, el
umbro, el
osco y el
etrusco y con aportaciones de algunos dialectos indoeuropeos que han concurrido a la formación de la lengua latina como el pelasgo o el
céltico; hay que lamentar la pérdida del libro de los
Orígenes de Roma, de
Catón, que hubiera ayudado a esclarecer algo sobre la cuestión de la primitiva composición del latín.