La
película fotográfica es una superficie transparente, en la mayoría de los casos flexible, compuesta en su inicio de celuloide, pero en la actualidad de,
acetato de celulosa u otros
plásticos como el poliester, recubierta de una delgada capa de
emulsión fotográfica, formada por gelatina en la que se introduce una sustancia sensible a la
luz, como el
bromuro de plata. Las más modernas capas fotosensibles son de
haluros de plata, con un tamaño variable de partícula (
granularidad) que afecta a la
sensibilidad de la película y las características de la imagen final. Cuando esta emulsión es sometida a una exposición controlada de luz u otro tipo de rayos -generalmente a través de un conjunto de lentes (
objetivo)-, la imagen queda impresa en la película de forma muy tenue, recibiendo el nombre de imagen latente. Para obtener una imagen inalterable en futuras exposiciones a la luz -la imagen fotográfica o
instantánea fotográfica-, se le aplican a la película una serie de procesos químicos, en un proceso llamado
revelado fotográfico, que amplifica la imagen existente y estabiliza la imagen. La película fotográfica es, a su vez, la base para el proceso fotográfico conocido como
fotografía química, el proceso convencional para la creación de imágenes, antecesor a la
fotografía digital.